El carboncillo, usado para dibujar desde la antigüedad, se obtiene quemando ramas pequeñas de madera, por lo general de viña o de sauce. En el siglo XVI, cuando se empezaron a usar sustancias fijadoras, el carboncillo sobre papel blanco y azulado era el medio favorito de algunos pintores venecianos como Tiziano y Tintoretto, mientras Guercino era un entusiasta del carboncillo bañado con aceite de linaza, con el que se conseguía un negro más intenso y estable.
Materiales para dibujar a carboncillo
Para iniciarse en esta técnica se necesita:
Carboncillo. El tamaño más versátil es el mediano, que sirve tanto para realizar los detalles como para hacer los fondos; no obstante, los finos pueden utilizarse para trabajar en zonas pequeñas y los gruesos para cubrir grandes zonas en poco tiempo.
Difumino. Es necesario para suavizar los trazos del carbón e integrarlos con el resto del dibujo; su extremo en forma de punta llega a zonas donde la yema del dedo sería demasiado imprecisa.
Goma de carboncillo modelable. Se le puede dar forma y ajustar lo más posible al trazo que se desea obtener.
Lápiz Conté negro. Conocido también como crayon Conté, está formado por una mina de carbón vegetal y sustancias aglutinantes protegidas por la madera del lápiz. Puede usarse para dar mayor contraste al dibujo.
Paño de algodón. Para corregir trazos nunca debe de usarse una goma de borrar corriente, sino un trapito de algodón, ya que si no, pueden dejarse marcas de grasa sobre el dibujo imposibles de eliminar.
Esponja. También es útil para difuminar.
Papel. Si se utiliza papel de color puede ser conveniente disponer de una tiza blanca para resaltar las luces del dibujo.