Agoniza el día
y el verano termina su cálido camino;
entre pasos inseguros, titubeantes
rastreo tu esencia,
leo en tu mente
el fuego que adivinas en mi rostro.
Me deslizo hacia ti
como hiedra silenciosa
entre las calcinantes llamas de tu cuerpo,
emerjo hacia tu boca
para unir nuestras frecuencias.
Inhalo tu aroma,
saboreo tu aliento... me sofoca,
me desplomo en tus brazos... impaciente,
me sumerges en tus ansias... caprichos,
te entregas a mis entrañas... completo.
Mi sed se ahoga en la tuya...
En nuestros encuentros violentos
hambrientos en la tormenta jadeante,
inmersos en el éxtasis fecundo,
anulamos tiempo y universo.
El murmullo del cenzontle
armoniza los espacios
con susurros melodiosos
que acompasan nuestros ritmos
en la intersección.
Somos solo un ente
con la aleación de nuestra piel,
con la alianza de nuestras almas
escapadas por la ventana del tiempo.
Patricia Juárez
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