martes, 25 de junio de 2013

La loma de los arrepentidos


En la frescura de su aliento
avanzo entre rocas carcomidas
por la nieve,
arrastro pisadas transitorias
que a mi paso encuentro.

Envuelta en su mágica belleza
mi cuerpo se cubre
con el vaho diamantino
que deambula taciturno, humeante;
se eriza la tarde
agotada por la larga jornada,
y un soplo de viento
traspasa mi esqueleto
aniquilando mis fuerzas.

El cansancio me derrumba,
y una sola idea
alimenta mi voluntad fallecida,
¡llegaré, llegaré!
mil veces lo repito
si, llegaré...

Sentada bajo el manto estrellado
el silbido de la noche
azota la mochila;
y mi cerebro alucina,
hablé de mí, del mundo,
recordé la maternidad
y no se cuantas cosas más;
la angustia hipnotizó una lágrima
que rodó sobre mi rostro.

La cuesta crecía
con mi ansiedad de llegar,
y en mi mente la victoria
alentando paso a paso
su interminable camino,
y sentí coraje impotente
contra el ignífero volcán.

Al fin la cima,
el gozo inundó mi corazón,
el momento había llegado,
mi alma y su imponente grandeza
enlazadas en alianza
de victoria temporal.

Patricia Juárez

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